Autor: CARLO LEVI
Editorial: Gadir
Es muy difícil comentar un libro desde la emoción, puesto que me aseguro errores en cuanto a las palabras escogidas, me ha pasado y me pasará, quiero llevarles a escoger este libro como lectura y no puedo caer en la expresión grandilocuente y sonora. Quiero ceñirme al autor, al protagonista, a la historia que nos cuenta, a su forma de escribir y concebir la escritura, su pulcritud en la expresión. Y quiero llevarlos a pasear por entre los habitantes de este pueblo, que dicen de si mismos:
”Nosotros no somos cristianos (sinónimo de ser humano), dicen ellos. Cristo se detuvo en Éboli. Nosotros no somos considerados hombres, sino bestias, bestias de carga, animales montaraces.”
Carlo Levi (Turín 1902 - Roma 1975) es un judío de la elite cultural italiana de entre guerras, que estudió medicina y que tenia dos pasiones, la pintura y la política. Sabia interpretar música al piano, su madre le había enseñado y cuando la pintura no le era suficiente para expresar todo aquello que necesitaba, escribía.
Este libro lo escribió durante el tiempo que estuvo escondido en Florencia cuando se recrudeció la persecución judía por los nazis en la Italia fascista y rememora su vida y sus vivencias en la Italia del sur, la Lucania, en los años 1935-1936 cuando su posición política, integrado en el grupo Giustizia e Libertá, lo llevó al exilio interior. Confinado en esta región, el primer lugar se llamaba Grassano y que comparado con el segundo, en el libro llamado Gagliano (en realidad Aliano), era un paraíso.
El libro esta escrito como si de uno de sus cuadros se tratara, es un gran lienzo, donde el pintor va desde el esbozo al detalle más emocionado. Descubriéndonos, pincelada a pincelada, las miradas de unos seres de los que descubre su profunda soledad y miseria.
El paisaje y el poder son los dioses lejanos que han modelado a sus habitantes.
Cuando el autor llega a Gagliano/Aliano, es recibido por el poder terrenal, un singular maestro que hace el papel de alcalde fascista de esta opereta tragicómica, acompañado del jefe de carabineros y coreados por las fuerzas vivas, el abogado, los médicos ineptos y corruptos y sus mujeres que gobiernan las vidas, cocinando las miserias ajenas desde sus mesas camillas. Estas fuerzas vivas le salen al paso, dándole las pautas de vida y el limite hasta donde puede pasear, como si la cresta arcillosa donde reposa sus huesos este pueblo agonizante y sus fantasmales habitantes no fuera un limite suficiente.
Para estos seres, el presidente norteamericano T. Roosevelt, es el dios que ha recibido a los seres de este pueblo en su reino, y es el dios verdadero, que junto a Virgen negra de Viggiano preside sus cuartos, recordándoles que muchos de sus hijos y maridos viven en ese reino de ultramar.
Los habitantes de este pueblo, esperan, conviviendo con el paludismo y la miseria, que los que ahora son personas más allá del mar, vengan a llevárselos al paraíso, dándoles la humanidad perdida por siglos de olvido y abandono.
Algunos de estos seres volvieron de aquel reino de ultramar, empujados por la añoranza y se trajeron con ellos maquinas imposibles, reliquias santas, que veneran, recordándoles que un día fueron humanos y vivieron como tales.
El pintor escribe y traza sus rasgos y poco a poco los desvela. Se identifica con los habitantes, les pone caras, les pone vida, desbrozando la historia antigua y mágica donde viven estos seres olvidados de los dioses, dándoles sentimientos y recuperándoles la dignidad.
Levi, encuentra su olvidada profesión de medico y les ayuda con su respeto y cariño. En hermosos pasajes nos acerca a ellos descubriéndonos sus dramas, sus ángeles y sus duendes protectores.
El autor murió en Roma en 1975 y pidió ser enterrado en el cementerio de Gagliano/Aliano que era el limite hasta donde podía llegar en sus paseos. Ahora, ya, forma parte eterna del pueblo que él ayudo a humanizar sacándolo del miserable olvido.
Admiren este hermoso cuadro en sus maravillosas paginas y pueden, tantas veces como su tiempo y la emoción se lo permita, releer, es una joya.
Este último fin de semana Jorge B. y Carmen su mujer, nos han llevado a su tierra, que como la Lucania estuvo olvidada, y que gracias a personas tan generosas como ellos, nos han permitido ir mas allá de la belleza del Parque de los Alcornocales, en ese Sur de entre mares, y cruzar nuestra vida con el trabajo de personas que se dejan su tiempo y su vida preservando esta parte hermosísima del patrimonio natural, para nuestros hijos.
Visiten Castellar el viejo, que les dará la medida de lo que Peridis, si, el arquitecto, el humorista grafico, es capaz de hacer para recuperar un legado histórico que tuvo una vida hippie. Enamórense de Jimena de la Frontera y cúbranla de besos, que les espera la hermosa Alcalá de Gazules que despliega su blancura para acogerles y darles a probar su bien guardada y dulce esencia.
En todo este viaje solo han caminado por una parte del Parque de los Alcornocales, retomen el camino y se podrán encontrar con Paco B. un sabio geógrafo, guardián de la amistad, que les cantará de su amor infinito por estos abrigados árboles, como si fueran sus hijos.
Reitero mi agradecimiento a Jorge B. y a Carmen, por darnos la oportunidad de saber y saborear ese Sur suyo de entre mares.
Felipe Gallego
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar y procurar mostrar tu opinión sin ofender