jueves, diciembre 04, 2008

BALAS DE PLATA DE Elmer Mendoza

Los lectores de novela policíaca, muchos ganados por las novelas de quiosco, las leídas a hurtadillas. Misterio, intriga y tipos duros, lectura de muchachos, entre los problemas de álgebra y los ejercicios de gramática y que se ocultaban entre la ropa y la piel sudorosa de los partidos de fútbol en la calle. Las cambiábamos en el quiosco de cualquier ciudad, el mismo quiosco en el que nos proveíamos de “pitillos sueltos”, es decir, por unidad.
Sentados en el water, novela de quiosco en una mano y cigarrillo de Bisonte en los labios, vivíamos ese sentimiento de desprecio a todo lo que no fuera, disparo certero y beso robado a la rubia de curvas insinuantes y cantante de ocasión.
Deslizábamos las pequeñas páginas una a una relamiéndonos con la próxima.
“Iba yo, por la Gran Vía y de pronto oigo Jesús, Jesús, pero sigo caminando, hay tantos jesuses en Madrid, me digo, y de pronto, oigo Jesús, Jesús Conte , ese solo soy yo, me vuelvo y era, ¡Gina, la italiana! en su Ferrari rojo”.
Cuando contaba estas historias se acercaba al relato de los novelistas que él cultivaba y nosotros simples mortales rompíamos en aplausos, cómplices y agradecidos de su relato emocionado. Algún torpe caía en buscar la verdad, él, era el que peor salía de aquel anfiteatro de soportales de poblachón manchego, negado como espectador para la próxima apoteosis teatral. El círculo se cerraba la mañana del sábado, la pasábamos pisándonos las cáscaras de pipas que caían mientras escuchábamos el relato de Gina o de otras divas despampanantes y los éxitos con ellas de nuestro Jesús.
Era nuestro Quijote y puedo atestiguar que El Quijote existió en los brazos de Jesús y tuvo sus lectores/espectadores enfervorizados cada semana.
Jesús era el mayor lector de novelas de quiosco que yo he conocido, el me introdujo en la lectura de la novela de quiosco, alternaba las del oeste y las policíacas, tenia gusto, conocía los autores y nos aconsejaba sobre quien era el mejor y sin lugar a dudas Lou Carrigan (Antonio Vera) y J.G.Lecha en las policiacas y Estefanía y Mallorquí, en las de vaqueros, eran la excelencia.
¿Por qué cuento todo esto? Soy culpable, me siguen gustando las novelas policíacas.

Élmer Mendoza 1948 Culiacán, Méjico, es catedrático de la Universidad Autónoma de Sinaloa, ha fundado varias escuelas de narración, enriqueciendo la literatura mejicana de jóvenes narradores. El tiene novelas ya míticas como “El amante de Janis Joplin” ganadora del Premio Nacional Literatura José Fuentes de Méjico.
Existe una corriente de escritores que lo acompañan en su forma de entender la literatura y que los han encuadrado en la llamada “Escuela de Norte”. En sus novelas, la frontera de Méjico con EEUU es protagonista, con los límites y sin ellos. Y como el narcotráfico, traspasa vidas e historias sin perdonar a nadie, ellos, los escritores, conviven con las secuelas sociales y políticas de ambos y lo trasladan a literatura, haciendo visible los dramas y las ilusiones llenas de mentiras.


“La modernidad de una ciudad se mide por las armas que truenan en sus calles”.
Con esta frase se inicia esta novela, llena de realismo crítico y pesimista.
El “Zurdo” Mendieta reflexionaba así antes de entrar en el psicólogo que lo trataba de un trauma infantil. Descreído, endurecido e insoportablemente tenaz es un policía inteligente y culto. Al detective se le añaden particularidades que lo hacen entrañable, y así lo ha buscado el autor.
El Zurdo vive su drama personal, un amor supremo, una hembra de las que envenenan las entrañas a ambos lados de la vida. Amor roto, que sabe imposible y mortal, mezclado con un caso de asesinato. El muerto es un individuo sofisticado y elitista, protagonista de un mundo donde el poder y el dinero se ocultan uno a otro. Estas dos historias tienen al detective Mendieta atrapado en círculos concéntricos y que conforme se desarrolla la novela, el autor nos lo deja a punto y nos lo separa de los labios, hallando un camino por el que desviarnos y divertirnos para mantener la intriga en su más alto nivel.
Las mujeres protagonistas que rodean al Zurdo, son como columnas de un templo clásico, bellas y rotundas, que toman la vida con una decisión que las embellece todavía más.
Permanece invariable, como buen género policial, la lealtad entre compañeros, como salida a la corrupción y las dificultades con los jefes-políticos. Es una historia llena de matices que nos hace hervir la sangre sin apartarnos del papel impreso y encuadernado.
Como paisaje y atrezo el autor nos lleva a través de los gustos musicales y literarios del detective. La música que escucha nos da la dimensión de su calidad personal. Las canciones suenan para que su alma pueda repararse de las batallas entre esos sentimientos contradictorios saturados de nostalgia y miedo.
Pasan los grandes del blues y del jazz pero sin dejar a los buenos roqueros como Chicago, Janis Joplin y los primitivos The Monkees.
En cuanto a literatura, “Noticias del Imperio” de Fernando del Paso, calificada como la mejor novela mejicana contemporánea y en mi opinión, entre las 10 primeras en español, esta presente físicamente en muchas ocasiones, esta novela, es como la marca Smith and Wesson de la pistola, la que ha utilizado el asesino, pertenece al imprescindible mobiliario de la trama.
Su lenguaje es reflejo de la calle y así camina sin atascos ni paradas para descansar. El lector recorre cada página, buscando los lugares comunes de otras novelas, las pautas de escritura normalizada, pero el autor nos sorprende con su lenguaje lleno, vivaz, con modismos mejicanos de Culiacán.
Mendoza no quiere que nos distraigamos, quiere llevarnos sudando hasta el final, si la investigación de un crimen, para Mendieta, no tiene descanso, tampoco quiere que nosotros lo tengamos, y para ello utiliza el lenguaje magistralmente.
Los escritores del norte de Méjico, le han dado forma literaria y elevado a historias encuadernadas, lo que cuentan y lo que cantan en los narcocorridos, por ejemplo: “Los Tigres del Norte”.
¿Forman conscientemente un corriente literaria identificada, Cesar López Cuadras, Gabriel Trujillo Muñoz, Eduardo Antonio Parra y Élmer Mendoza nuestro autor?, yo creo que no, ellos se criaron en el norte y mamaron la frontera y los corridos, y en sus novelas cuentan y desarrollan las historias de esas canciones que escuchaban y vivían desde niños.
Los corridos son las canciones populares de esa región y están contando las vidas de sus “héroes” locales, como los juglares contaban la vida de los caballeros andantes, ¿y de que hablan?:
De amistad:
“Sus amigos lo respetan/y le tienen buena ley/y si se trata de bronca/ la vida darían por él”
De Valor:
“El miedo no lo conozco/para eso no tuve suerte/ soy cerca de Culiacán/valle de puros valientes”
De la mujer:
“Una hembra si quiere a un hombre/por el puede dar la vida/pero hay que tener cuidado/si esa hembra se siente herida”
De las armas:
“Usa una 45/con parque garantizado / su negocio lo requiere/es bastante desconfiado”
De la pobreza y la riqueza:
“Por ambición al dinero/me metí en el contrabando/no soporté la pobreza/las promesas me cansaron
Estamos en Méjico, no nos desviemos, tomemos un tequila (100% agave azul) en vaso corto. Una pizca de sal en la boca, un trago de tequila y el limón de una rodaja y que las balas de plata no nos dañen la lectura

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