viernes, octubre 15, 2010
PRIMO LEVI ó 174517 "La honradez personal"
Tenía pendiente de releer "Si esto es un hombre" de Primo Levi testimonio de un prisionero de los nazis en el campo de exterminio de Auschwitz.
Sobrevivió al mayor de los horrores el que unos hombres, orgullosos de su capacidad y su raza, les hicieron a otros hombres, el exterminio científico, la explotación hasta el agotamiento mortal.
Según cuenta, los responsables de los campos, habían estudiado, que con la dieta y los trabajos forzados el número de horas que les podían ser útiles como mano de obra esclava era de tres meses, es decir 7 días a la semana a una media de 10 horas diarias, equivale a 900 horas de trabajo al trimestre (la media actual es de 480 horas en Europa).
Cuando eran acarreados hasta las duchas, después de cruzar Europa en trenes borregueros, los clasificados y marcados con el numero,seria su nombre, el de LEVI era 174517, como útiles (los niños, los viejos y eran exterminados conforme bajaban) se les asignaba un barracón y un camastro que compartían con otro individuo, eran vestidos con un pijama, una camisa, que remendaban hasta las saciedad y botas de muertos desparejadas. Su identidad consistía, aparte de esa ropa y calzado, en una escudilla y una cuchara/cuchillo, soñar con una sopa de nabos dos veces al día más un chusco de pan y aprender a colocarse en la cola para poder recibir la sopa lo más espesa posible. Los administradores de los campos sabían que con esa dieta de 1600 calorías y una vida laboral de 900 horas la muerte lenta por desnutrición y agotamiento era segura. Cuando necesitaban incrementar la producción por la guerra incrementaban la dieta calórica.
Para fabricar un producto de mayor precisión, seleccionaban a los especialistas, que tenían aparentemente un trabajo con mayores beneficios, por ejemplo, trabajaban fuera de la cantera y por lo tanto la muerte por enfermedades, llagas, agotamiento o por la cámara de gas, estaba más lejos, para ellos, porque alguno de esos "comandos" tenían la responsabilidad de quemar los cadaveres en los hornos.
En su relato pormenorizado deja muy claro que el objetivo del campo, junto con exterminio físico, era también la eliminiación del ser y de la humanidad, que se esfumaba en cada golpe, en cada comida y en cada escalón de la cantera. Pero curiosamente sobrevivir era más fuerte que el hambre y el abandono de alma en el sistema de esclavización y exterminio creado por los nazis, porque en el campo el comercio de la miseria existía y los trueques eran habituales con un zoco donde se intercambiaban objetos y comida que hacían un poco menos difícil la existencia.
Los campos se sustentaban en los carceleros, prisioneros a su vez (parece que muchos eran polacos, delincuentes alemanes y también judíos europeos), que ejercían con crueldad el privilegio de gobernar barracones y grupos de trabajo (comandos) matando a golpes o de hambre a quien no asumiera con diligencia su leproso poder.
LEVI nos alecciona con sabiduría y sencillez expresiva sobre la explotación humana y sus secuaces, leerlo debería ser obligatoria en las escuelas de bachiller para recordar a las generaciones futuras que los fundamentalismos son tan peligrosos, hoy, como lo fueron cuando lo ejercieron los nazis.
A modo de epílogo añade las respuestas a las preguntas que los escolares le fueron haciendo a lo largo de los años.
Para el autor escribir este libro con una prosa sobria y elegante le supuso su terapia para volver a ser persona. Propongo que lo leamos y lo enseñemos para que nosotros también seamos más personas.
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