• Hoy este tipo de mensajes están marcando opinión, porque los lideres mediáticos, futbolistas, deportistas, cantantes, actores de series y otros están utilizando para comunicarse con sus fans.
• Estos mensajes en la mayoría de los casos son manejados por los gabinetes de marketing o publicidad de la empresas que dirigen la carrera de estos profesionales.
• Los mensajes responden a estímulos mediáticos de estas agencias o medios de comunicación y que basándose en un modelo lucrativo en el cual las respuestas escritas a estos estímulos son pagadas por el usuario a tanto la palabra o a tanto el minuto y que el receptor ( programa de TV, actor, político, deportista etc.) comparte con la empresa o empresas que dan el soporte electrónico.
• También los mensajes lucrativos son los que alimentan la maquinaria de los políticos en sus campañas con sus donaciones mínimas lo que obligan a los receptores a dirigir sus mensajes políticos a esta masa anónima .
• Los mensajes en su inmediatez y/o espontaneidad en muchos casos se responden con la visceralidad, fanatismo o la vulgaridad que supone por una parte el anonimato y por otra la falta de reflexión.
• Los mensajes son en su mayoría faltos de información y reflexión previa por la inmediatez de la respuesta.
• A la banalidad anidada en la sociedad se añade o se sobrepone la falta de ejemplaridad en las instituciones que lleva a que el emisor del mensaje, el sujeto que pertenece y se refugia en la muchedumbre, lo haga desde la rabia por la impunidad social a la que se han acogido los dirigentes sociales.
• Los medios en sus nuevos formatos de permanente búsqueda de audiencia que eleve su cuota y así los haga más atractivos a las campañas de publicidad se dejan guiar por la opiniones banales e histéricas que llegan por los mensajes y como contrapartida hacen más vulgar y vacio los contenidos que ofrecen porque consideran más fácil llegar a esa ansiada audiencia.
Todas estas reflexiones son para poner evidencia que la sociedad está gobernada por un mezcla de oligarquía corrupta y una muchedumbre banalizada que responde a los estímulos de los medios de comunicación dirigidos por esa oligarquía sin freno ni límites morales al enriquecimiento personal.
Los que respondemos más lento o por la edad o por la experiencia a los estímulos de consumo no queremos ser dirigidos por la muchedumbre y por la oligarquía avariciosa y corrupta. Queremos transparencia y justicia para los corruptos.
La libertad no está en la capacidad de consumir sino en la de elegir.
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