Editorial: Anagrama
ISBN: 978-84-339-2464-3Nº de páginas: 150
"La décima clase, fue la última. Sólo asistió el general Pinochet. Hablamos de religión, no de política. Al despedirme me dio un obsequio en su nombre y en el de los demás miembros de la Junta. No sé por qué yo había pensado que la despedida iba a ser más emotiva. No lo fue. Fue una despedida en cierto modo fría, correcta, condicionada por los imperativos de un hombre de Estado. Le pregunté si las clases habían sido de alguna utilidad. Por supuesto, dijo el general. Le pregunté si había estado a la altura de lo que de mí se esperaba. Váyase con la conciencia tranquila, me aseguró, su trabajo ha sido perfecto. El coronel Pérez Larouche me acompañó hasta mi casa. Cuando llegué, a las dos de la mañana, después de atravesar las calles vacías de Santiago, la geometría del toque de queda, no pude dormir ni supe qué hacer. Me puse a dar vueltas por el cuarto mientras una marea creciente de imágenes y de voces se agolpaba en mi cerebro. Diez clases, me decía a mí mismo. En realidad, sólo nueve. Nueve clases. Nueve lecciones. Poca bibliografía. ¿Lo he hecho bien? ¿Aprendieron algo? ¿Enseñé algo? ¿Hice lo que tenía que hacer? ¿Es el marxismo un humanismo? ¿Es una teoría demoniaca? ¿Si les contara a mis amigos escritores lo que había hecho obtendría su aprobación? ¿Algunos manifestarían un rechazo absoluto por lo que había hecho? ¿Algunos comprenderían y perdonarían? ¿Sabe un hombre, siempre, lo que está bien y lo que está mal?
El protagonista, Sebastian Urrutia Lacroix, se tortura, se examina , se interroga al salir de dar su última clase a los miembros de la Junta Militar chilena sobre el marxismo, con el objetivo que sus generalísimos puedan conocer al enemigo mejor.
La sutileza de Bolaño: desde la primera hasta la novena clase, asiste toda la junta militar y la última la décima, donde no se habla del asunto sino sobre religión, solo con Pinochet.
El protagonista se está muriendo y recorre en 150 páginas su vida. Su paso por el seminario, su iniciación en la critica dirigido por su admirado/amado Farewell, el príncipe de la letras chilenas, que le permiten codearse con los intelectuales chilenos de todas las tendencias con una mención especial al encuentro con Pablo Neruda, y como, adoptando el seudónimo de Ibacache se hace digno heredero de su maestro asumiendo el difícil reto de ser referencia literaria.
Magnífica novela. Metáforas llenas de inteligencia que aconsejo no dejar nada como gasto de retorica, todo tiene su sentido desde la perspectiva de la memoria de un hombre lleno de contradicciones y preguntas sin respuesta, que está recordando su vida en los retazos que le han producido desde el estupor a la admiración, pasando por la incomodidad de los detalles que otro hubiera olvidado. El autor comienza la novela con una cita que Chesterton, que creo pone en boca de su Padre Brown, “Quítese la peluca”, y que interpreto como el imperativo al desnudo personal, que el autor somete a su protagonista, y, que cumple en las siguientes 150 páginas.
Una novela muy diferente de Detectives Salvajes, porque como decíamos, el autor nos cuenta, con otra voz u otras voces según los distintos protagonistas, dándole a cada uno de ellos el matiz y la sintaxis apropiada, la historia, un recorrido vital, en lugares y épocas diferentes, con tanta convicción, como para que nosotros nos la creamos como cierta, y disfrutemos de su lectura.
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