Autor:
Salman Rushdie
Traductor:
Javier Calvo
Editorial:
Seix Barral
ISBN:
978-84-322-2521-5
Desde que el escritor británico de origen indio, Salman
Rushdie (Bombay, India 1947) fue sentenciado en tiempos de Jomeini
con una fetua por su libro Los versos satánicos, he
seguido por la prensa las andanzas del escritor. Nunca me atrajeron sus libros
hasta que he comprado este que quiero comentar, por la ponderación,
que de él, se ha realizado. Sí, he
caído en manos del marketing una vez más.
Su destino fue marcado por el hecho fatídico de verse sentenciado por escribir lo
que le gusta, lo cual hubo de ser terrible, dadas las amenazas de los hooligans
religiosos que andan enredados en cumplir con los mandatos de sus clérigos
preferidos.
Creo que al emisor de esta sentencia o dictamen le hubiera sido
más fácil no recomendar su lectura, por qué no le gustaba o por qué contradecía
en la historia que contaba sus creencias o sus gustos literarios.
Convirtió al autor en escritor maldito y por lo tanto seguido
por multitud de personas que esto de ser marginado o perseguido les produce
interés o curiosidad y cierta complacencia o benevolencia hacia el autor.
Esta es la opinión de un avezado crítico literario, Luisge Martin de Babelia
sobre el libro:
“Dos años, ocho meses y veintiocho
noches son exactamente mil y una noches, y ése es el modelo que, con una mirada
irónica, emplea Rushdie para este libro: una novela llena de historias
engarzadas, de fantasía delirante, de indagación imaginativa acerca de la
naturaleza humana. Salman Rushdie quiere ser la Sherezade de nuestro siglo, y
el empeño no le queda grande.”
Más adelante sigue:
“Hace años estuvo de moda hablar de la Novela Total, ese
hipergénero narrativo que no se conforma con ahondar en un aspecto de la
realidad, sino que quiere abarcarlo todo: El Quijote, Guerra y paz, Cien
años de soledad o La guerra del fin del mundo. Dos años, ocho meses…tiene
esa misma voluntad. Por sus páginas desfilan el integrismo islamista, la
sociedad de consumo, el feminismo, la homosexualidad, las nuevas formas de
comunicación, la nostalgia o el aristotelismo. Los celos y la promiscuidad. La
violencia, la credulidad y la organización política. Todo. Un universo sin
límites ni foco.”
Ahora mi modesta opinión de lector:
Sinceramente he hecho un esfuerzo inconmensurable para leerlo,
si no hubiera sido por mi compromiso con ustedes, sinceramente no lo hubiera
acabado, tenía que contárselo, advertirles que en mi opinión hay que leer entre
líneas al crítico anterior, y no leer este libro.
Si alguno de ustedes lo ha leído y les ha gustado espero que me
disculpen, tenemos gustos muy diferentes. No me puedo excusar en que mi lectura
haya sido rápida y somera, puesto que me propuse leerlo e intentar sustanciar
las delirantes aventuras de los demonios, los yinn “esas criaturas de fuego sin
humo” y su princesa Dunia.
La historia se genera de los
amores de la Princesa Centella con el filosofo sevillano del siglo
XII de Ibn Rushd (que como pueden comprobar tiene el mismo apellido que el
autor) y las interferencias en la vida humana a través de la
excéntrica descendencia de ambos en los siglos siguientes hasta llegar a
nuestros días.
El libro es pretencioso y fallido. El autor del comentario que
trascribo más arriba es muy generoso. Más quisiera el autor parecerse, en la
belleza y la creatividad al autor, a los autores, mejor, anónimos, de las Mil y una noches.
Salman, no hubiera durado más allá de primera noche,
el Sultán Schariar, lo hubiera mandado al desierto porque decapitarlo no
hubiera sido políticamente correcto.
Me quedo con Sherezade y sus cuentos, prefiero mil veces
más una las historias recogidas por los fabuladores de Oriente que este intento
del autor de entretenernos con sus historias que más que engarzadas yo creo que
son un galimatías sin sentido y lleno de referencias absurdas para
simular su multicultural sabiduría.
Presiento lo que ha tenido que sufrir o divertirse, depende de
su sentido del humor, el traductor Javier Calvo cuando le entregaron el
manuscrito en inglés.
Esta es la segunda vez que no recomiendo
la lectura de un libro.
Lean las autenticas Mil
y una noches en un libro
de bolsillo y entenderán porque el Sultán fue generoso
y olvidó su rencor por mor de la literatura y la belleza de
Sherezade.
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