¿Se acuerdan?
Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.......
Tengo la suerte de tener grandes amigos, no hay mayor honra para mí que sentirme acompañado de personas leales y cercanas, que aunque estando lejos, en el tiempo o en distancia iniciamos la conversación con el “decíamos ayer”. Ellos son los que me han provisto de confianza y lealtad para hacer realidad este viaje.
Comienzo con la fuente o el inspirador José Manuel Ortega Cezar, brillante erudito y un entrañable amigo, nos conocimos en tierras americanas, y disfrutando de los aires cariocas me contó que iba a publicar un libro sobre su pasión, Jorge Manrique, me regaló un ejemplar y me emocionó (comentado en estas páginas) . Es muy fácil leer a José Manuel, me admira, pues la erudición es muy difícil hacerla asequible. Una vez que hube recuperado, gracias a él, desde mi bachiller en los Escolapios, a Jorge Manrique, prendió la idea de hacer un homenaje de agradecimiento al caballero que nos enseñó a vivir con pasión y esperar la muerte sin miedo cuando se ha vivido conforme a uno mismo.
Andaba necesitado de apoyos para llevar a cabo mi proyecto y me encontré con Julián Menéndez, burgalés ilustrado de criterio fino y crítico con la estupidez propia y ajena, lector mañanero y sobre todo amigo de sus amigos. Con Julián he entonado “New York, New York” en la madrugada murciana soñando con un país mejor y más transparente. Le expliqué mi sueño y no hubo duda ¡Vamos adelante!.
El ¡Vamos adelante! fue cantado también por Carlos Muñoz y Salvador Fernandez, que estaban allí, con Julián y conmigo . Hablemos de mi viejo amigo Carlos el caballero galante, el deshacedor de besos, el de la inagotable lealtad, ha toreado en las plazas más difíciles saliendo a hombros o por piernas pero con una sonrisa y agradecido por los dones que la vida le ha dado. Un conseguidor.
A Salvador no lo conocía pero sencillamente me entusiasmó su sinceridad y su profundo humanismo no creo que haya alguien con tantas batallas ganadas sin coraza. A las heridas de la vida les da poca importancia, la vida ha venido a buscarlo varias veces y lo ha encontrado sereno y lleno.
Finalmente a la llamada de Julián y Carlos acudieron Enrique Fernandez entrañable y lúcido intendente que nos mantiene con los pies en el suelo y Cándido Lozano, el discreto asturiano que sabe hallar las salidas del laberinto de la vida.
Luego allá en el destino de nuestro paseo, en Santa Maria del Campo Rus, están Carlos Cano y Jesús Delgado los alcaldes, que se mostraron generosos con nuestra idea y aceptaron el reto de compartir su pueblo con estos locos amigos brindándonos su esfuerzo y su amistad sin reparos, sin ellos habría sido imposible.
La Amistad es la causa de que el 21 de abril vayamos caminando desde la salida del Castillo de Garci – Muñoz, desde la Cruz que recuerda el lugar donde fue alanceado nuestro Jorge Manrique. Sí, el Castillo que guarda los secretos de don Juan Manuel, cuando escribía entre sus muros el Conde Lucanor.
Me gusta soñar que iniciamos un camino al que seguirán muchos, y año tras año andemos hasta Santa Maria en nuestra cita del 24 de abril con la poesía y la vida.
Gracias Jorge Manrique por enseñarnos, la vida y la poesía y a los que nos acompañen en La Mancha de los caminos y las personas, ambos llenos de viejas y nuevas historias pero siempre La Mancha eterna.