El desierto es lugar de destino, el silencio y la soledad contagian a los urbanitas en su deseo de pureza.
La novela nos hace caminar por la vida de una persona que se necesita para él solo, y su vida, interrumpida por mil voces, se rompe para recomponerse enfrente de la magnitud de la soledad y el silencio.
Pablo d’Ors ( Madrid 1963) especialista en literatura centro - europea y doctorado en Teología, se ha consolidado como finalista del Premio Herralde de Novela, con “Las ideas puras”. Uno de los premios cantera de la literatura española, del que me nutro habitualmente, buscando sorpresas.
Admirable relato de Pavel que narra su experiencia vital, que le lleva desde una ciudad centro europea al desierto sin fecha de retorno. Es la historia personal de la búsqueda de un ser humano que necesita desligarse del ritmo en que vive y que le oculta su propio ser.
El contacto con los buscadores del desierto “Los amigos del desierto” su difícil relación con lo deseado en un primer encuentro, la crudeza, la dificultad para entender que está pasando y que le está pasando tejen una novela bellísima y llena de sorpresas.
Cada viaje al desierto, supone un descubrimiento personal, un rechazo y un esperanza, que cuando lo devuelve a su vida habitual le hacen desear más fuerte la vuelta a la búsqueda del infinito.
Pablo d’Ors traza una literatura que va desnudando texto con sencillez, conforme avanza el relato parejo a las secuencias que produce el desierto en el interior del protagonista. Adorna en las últimas páginas con dibujos, imágenes que está inundando el interior de Pavel, el narrador : “ El viento ha soplado esta noche de tal modo que en la arena han aparecido espléndidos dibujos que, inconsciente de su potencia creadora, esa misma arena ha borrado para transformar enseguida en otros aún más fugaces y hermosos”
La sorpresa y la reflexión ante lo infinito y lo efímero, clave de la respuesta del ser humano ante el desierto, que nos deja descubrir solo una parte de sí mismo.
Una buena novela, que se puede leer en una tarde con un buen ron.
Los sucesos literarios son variados, a muerto Ayala, hombre lúcido donde los haya , que supero con gallardía y dignidad, el trote de premios y homenajes con que lo bien trataron, quizás hubiera durado unos años más si lo hubieran dejado en paz. También se ha ido José Luis Lopez Vázquez, cómico que me ha acompañado toda mi vida y que siempre dio semblanza de ser un tipo honesto personalmente, y definitivamente le han dado el premio Nacional a Sanchez Ferlosio que lo tiene merecido y que espero que no lo maten de homenajes.
Estoy releyendo Ulises de Joyce, por que cuando lo hice la vez anterior, con la prisa por presumir que lo había leído entero, me debí saltar hasta el final, por qué no lo reconozco.
Las relecturas son un ejercicio fantástico y me gustaría recomendar una que me ha sido muy querida por que se transformó en una de las obras de teatro que con las que más disfrute Misericordia de Benito Perez Galdós, que dirigió Jose Luis Alonso por adaptación de Alfredo Mañas en el Maria Guerrero, donde Mª Fernanda d‘Ocon representó una Benina sublime.
Bebamos, comamos y disfrutemos de la compañía sin piedad.